¿Estoy hablando de zona de confort? Estoy hablando de zona de confort.
Cualquier persona que me conozca y haya hablado conmigo un poquito de coach y todas estas magufadas pseudopsicológicas sabrá que el concepto de zona de confort me parece, en resumen, una cacota (con muchos matices). Entonces, ¿lo he titulado así como un reclamo? Ni miento ni desmiento. La idea de esta entrada surge de mi lectura de Legado de plumas y de la necesidad de buscar ejercicios de escritura que me ayudasen a salir un poco de lo que siempre había estado haciendo, así que he decidido dejároslos a vosotros también.
¿Son estos ejercicios que os van a servir? A algunos, sí; a otros, pues no. Son ejercicios que yo he mirado y buscado que me sirviesen a mí como individuo con sus fallos y capacidades, aunque, al final, muchas de estas son compartidas por otros individuos. ¡Echadle un ojo!
1. Vestirse a ciegas
Este primer ejercicio es, en verdad, un poco trampa, porque no lo he buscado, sino que lo llevé a cabo en una asignatura de Escritura Creativa que ofertan en mi facultad y el profesor no nos dio cita directa del mismo y he buscado por internet no lo he encontrado.
Este ejercicio es bastante descriptivo por sí mismo: tenemos que escribir una pequeña escena en la que nuestro personaje tenga que vestirse privado de uno de los sentidos. La idea de este ejercicio es centrarnos tanto en las complicaciones que puede presentar, así como la descripción de los sentidos en torno a ello. Se pretende que el personaje no se vista y ya está, sino que hablemos de cómo llega a utilizar el resto de sentidos para localizarse y ser capaz de realizar sus acciones.
2. Escribir un poema con métrica
Yo escribo poesía. No se me da especialmente bien, pero la escribo y la disfruto. Me gusta la sonoridad, el ritmo y las capacidades que ella me da, pero tengo un gran problema: la métrica. Casi todos conoceremos a esta amiga de la secundaria. No puedo con ella. Somos enemigos firmados, estamos enfrentados hasta el fin de los tiempos amén.
Mi propuesta aquí es que os acerquéis a esto de una forma sencilla, con formas poéticas de métrica más asequible. Para los que seáis más primerizos, os recomiendo empezar con unos haikus, pero si os animáis, podéis probar con coplillas, coplas de pie quebrado y, ya cuando os veáis cómodos, tirad a hacer sonetos. Los sonetos son mis enemigos.
hasta que me tocó intentar escribir poemas
3. Haz tu propio retelling versión dramática.
Adoro el drama. En todos sus sentidos. Me gusta el drama que me dan mis amigas cuando me cuentan cotilleos y adoro el drama que se representa en los teatros. En este caso, os hablo del segundo. El lenguaje teatral tiene sus propios elementos, sus propias formas y sus propias capacidades y, aunque en líneas generales está pensado para ser representado, estos textos se leen muchísimo.
El teatro es un género que apenas escribimos (excepto los dramaturgos, claro) y creo que puede aportarnos muchísimo. Primero, es super divertido de escribir y de representar tú solita cuando estás en casa y nadie te ve (os admiro, señores actores). ¿Por qué parto de un retelling? Porque es una historia que ya conocemos. Mi consejo es primero hacer una especie de adaptación al teatro de un relato o cuento que conozcáis, porque, al final es una historia que vais a conocer bien y podéis explorar bien cómo se comportan los personajes, los espacios... sin preocuparos tanto por la propia historia. El siguiente paso es hacer una nueva historia a partir de la misma y, por último, ¡vuestra propia obrilla!
y nadie me quitará esto de la cabeza.
4. Escribir un relato en un estilo o género que no manejamos
No vamos a engañarnos, todos tenemos un estilo o un género en el que solemos escribir más. Yo suelo escribir cosas más o menos existenciales y mi estilo se acerca muchísimo al lirismo exagerado. Me gustan los textos bonitos en un sentido casi externo y para mí intentar hacerlos más sencillos (en el sentido lírico) es una verdadera batalla. Cuando estaba en Escritura creativa intenté hacerlo varias veces y prometo que fue un verdadero enfrentamiento. Este ejercicio en verdad es muy sencillo: coge un género que nunca escribas (terror en mi caso, por ejemplo) y con un estilo contrario al habitual (uno más directo, en mi caso de nuevo).
5. Divertirse con la escritura
Vale, no me escondo, me he quedado sin ideas para el quinto, pero es que poner solo cuatro se me quedaba algo pobre. Este es casi un ataque hacia mí mismo y una crítica a la forma que tenemos de relacionarnos con la escritura y nuestros hobbies en general. No es una competición, no es necesario que todo lo que hagamos sea profitable y debemos empezar a disfrutar de las cosas que hacemos. ¿Que te apetece escribir esa novela romántica más simple que ná? PUES TIRA Y DISFRUTA. Gente, suficiente mierda es el capitalismo como para no disfrutar con nuestros pequeños momentos.
Antes de despedirme, quiero decir que os invito a que me paséis por privado o me etiquetéis si lo subís a redes si hacéis cualquiera de estos ejercicios. ¡Un saludo!